Los cambios que se han generado en los últimos años en la industria plástica han popularizado los términos biodegradable y compostable, ¿pero qué significa cada uno y por qué es importante señalarlo al consumidor final?
En los últimos años los distintos mercados e industrias han venido pasando transformaciones enfocadas en llegar a ser más sostenibles.
Varios términos se han popularizado en el camino, entre ellos: biodegradable y compostable. Cada vez más productos vienen rotulados con estas dos palabras que aunque en algunos casos puedan parecer idénticas para el consumidor, no lo son, y es importante señalar la diferencia.
En el último blog de Josep García Severí, Biodegradation & Compostability Laboratory en AIMPLAS, el experto profundiza en la definición de cada término y señala que:
“Se entiende que cualquier producto es biodegradable en condiciones aerobias, cuando puede ser degradado por la acción de los microorganismos en presencia de oxígeno para dar dióxido de carbono, agua, sales minerales y nueva biomasa. Además, se debe conseguir un 90% de biodegradación en un período igual o inferior a 180 días, a una temperatura de 58 ºC ± 2 ºC”, asegura García.
Además puntualiza que existen normas estandarizadas para demostrar que un producto es biodegradable como las ISO, EN o ASTM. Y añade que en España se utiliza comúnmente la norma UNE-EN ISO 14855 para definir la biodegradación en medio compost y la UNE-EN ISO 17556 para biodegradabilidad en medio suelo, con condiciones de temperatura de 25ºC y duración máxima de 2 años, o la UNE-EN ISO 14852 que define las condiciones de laboratorio para biodegradabilidad en medio acuoso, 20-25ºC con una duración de 6 meses pudiendo ampliarse.
Es importante acotar que como señala García para poder asegurar que un producto es biodegradable debe pasra por un proceso de estudio en un laboratorio de biodegradación que muestre, según las normas anteriormente citadas, que efectivamente así lo es.
Por otra parte, puntualiza García, “un producto compostable es aquel que puede degradarse biológicamente formando compost, produciendo en su descomposición CO2, agua, compuestos inorgánicos y biomasa sin generar ningún residuo tóxico y que no se pueda distinguir visualmente, es decir, obtener un compost de buena calidad”.
Y para poder afirmar que un producto es efectivamente compostable debe ser capaz de pasar los estudios incluidos en la norma UNE-EN ISO 13432, la cual define el esquema general de ensayos para envases y embalajes:
- Caracterización química de la muestra
- Biodegradación en condiciones de compostaje
- Desintegración a escala piloto
- Ecotoxicidad en plantas superiores
Por lo que el experto hace un análisis importante y es que podemos afirmar “que un producto compostable es biodegradable y no todo producto biodegradable es necesariamente compostable, eso sí, siempre que este proceso se realice en los medios adecuados que establece la normativa anteriormente comentada”.
Por eso resulta importante que las empresas eduquen al consumidor, para que comprenda la diferencia que hay entre biodegradable y compostable, y cómo eso puede afectar la disposición que se haga de los recursos.
Porque, como señala también García, “es importante recalcar que un producto biodegradable y/o compostable no está diseñado para que se pueda abandonar o arrojar al suelo en la ciudad, al campo, al medio ambiente en general o cursos fluviales como ríos o lagos e incluso al mar. En estas condiciones no es posible asegurar la biodegradación, ya que ésta solo está garantizada en condiciones controladas de compost, y, por tanto, fuera de este ámbito se pierden las prestaciones de estos materiales”.